Todo es una locura, una puta locura. La parsimonia clasista de un tiempo aceitoso que te tira de los pelos como mierda greñuda, algo rebuscado entre un buen montón de despojos humanos. Eso es, un saco de entrañas, vísceras y huesos, que a la mínima revienta putrefacto. Sí a ese bocado tan apetitoso le añadimos un aderezo a base de caos sentimental bien preparado en extravagante discusión con unos pensamientos peregrinos… me obtienen a mí o a usted.
¡Escúchame muerte andante!
Aférrate a algo para que puedas parecer si quiera importante…
Pues solo, no eres nada.
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