sábado, 3 de octubre de 2009

El Dios Blanco


Blanco era como la luz cegadora del medio día. Provenía de donde las montañas besan el mar. Los salvajes chibchas lo llamaron Nemqueteba y les enseñó a hacer crecer comida. En su continuo peregrinaje el Dios Blanco hacia florecer civilizaciones como bosques en el suelo de todos los suyus. Llegó al Perú y allí fue conocido como Viracocha, el ingeniero.
Oh Cuzco naciste bajo su mano, así como Pachacamac o Coricancha. La diferencia es primigenia y divina, un dios blanco y un pueblo de piel morena.
Pasó el tiempo y el Dios Blanco volvió en nubes sobre el océano. Pero esta vez arrasó los pueblos y construyó un Nuevo Mundo, desigual. El Dios Blanco se quedó para siempre y el pueblo de piel morena se arrastra bajo su auspicio.
El Dios Blanco lo da, el Dios Blanco lo quita. Nadie sabe que quiere Viracocha, pero Viracocha no se va.

No hay comentarios: