Desde siempre, hubo ratas y ratones. Más allá de gustos personales donde las ratas pueden parecer mas salvajes y los ratones más graciosos, la diferencia es evidente. Los ratones eran famosos por vivir con lo que tenían encima, ya fueran unas manos ágiles o unos pies rápidos. El unico deseo que anidaba en el corazón de los ratones era el de pasar el tiempo lo más felizmente posible y acariciar la vida como un fino hilo tejido con los pétalos de los sentimientos. Es verdad, también habia ratones poetas que cantaban a las noches estrelladas que florecian entre los huecos y las goteras de las cloacas como ojos de observadores lejanos.
Por otro lado estaban las ratas. Ellas, bueno, eran diferentes. Había ratas azules y rojas, aunque tambíen blancas y verdes, así como púrpuras y negras. Eran unas supervivientes, pero no como los ratones, eran capaces de ver la realidad más allá de la poesía y ver la dureza que se esconde tras los suaves versos. Tambien sabian crear mecanismos de defensa y organización para luchar por sus intereses, unos intereses realmente complicados en muchos casos, a veces tan complicados que muchas de ellas no las entendían o recordaban o simplemente eran tan rocambolescos que no tenía nada que ver con el interes original.
Como se puede imaginar, gente tan dispar en un mismo mundo termina por ser imposible el coexistir.
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