Ideas vagas que resplandecen en la oscuridad, de vez en cuando, alegrando el aire, como guiños de complicidad entre amantes en mitad de una misa
lunes, 23 de mayo de 2011
jueves, 19 de mayo de 2011
La vereda
¿Y si suspira el tiempo, removiendo mantas en días calurosos, convirtiendo miradas en puentes de dulzura, que mas da? Y si sólo quedan dos días para que todo acabe, y se separen los caminos vividos, y nos perdamos en el frío de ahí fuera, y se mueran las estrellas que plantamos juntos, y se coma la distancia glotona los sentimientos construidos, y se llamen a voces entre la niebla de sensaciones, y se pierdan las manos sin saber donde agarrarse, que mas da.
Me quedo con el quizás, la estrambótica probabilidad de lo que ha sido y nunca será o puede que sí y que nadie sabe. Ese quizás destructor, dañino, romántico y hermoso. Y termino cayéndome entre algodones de placer doloroso y música melancólica, lamiéndome las heridas autoinflingidas en un arranque de rabioso masoquismo novelesco con la promesa de viajes al corazón del mundo.
sábado, 14 de mayo de 2011
Dunas y estrellas
“Están ahí, ¿no los ves? En mitad de la nada”
Mohamed me señala el aire que representa la nada, un aire húmedo, sobrecargado del clima serrano.
Intento hacerme una idea de lo que me dice, imaginar a mi familia, en otro continente, a horas de viaje tortuoso e incierto para poder disfrutar de ellos por unos instantes, una vez al año o incluso menos.
Su familia vivía en la verdadera nada, una nada diplomática, una nada física, una nada espiritual, una nada judicial. Sin derecho al agua, ni a la tierra, ni a la libertad de decidir qué hacer. Atrapados en un desierto ajeno, en un país extraño que les dio una extraña acogida. A las afueras de todo, en las fronteras de nadie.
Y así, como un riachuelo travieso, la sangre corre en el corazón del Sáhara. La cara menos amable de la colonización marroquí hace su acto de presencia, cómplice del silencio español, francés y burlón del comité de descolonización de la ONU. Las tierras, el trabajo y el dinero son para los colonos marroquíes y una colonización decimonónica, brutal, genocida y explotadora se instala entre los oasis de aquella tierra misteriosa.
En las palabras de Mohamed, evoca las cenas familiares en el campo de refugiados de Tindouf, y como sentado a la mesa estaba rodeado de saharuis muy preparados, en universidades españoles y cubanas. Se intuye, arrebatado entre sus palabras furtivas, una sed de revolución, de justa lucha, violenta y definitiva.
Comienzan ya los saharauis del Sáhara Occidental a dejar las ciudades, a abandonar la vida que los atrapa, volviendo a las costumbres de sus antepasados, entre las dunas y las estrellas. Reyes del desierto.
jueves, 12 de mayo de 2011
La continua violación de los perdedores (o la verdad de las infinitas comillas)
En una mal llamada “mansión” a 60 km de la capital pakistaní supuestamente “ha muerto” abatido a tiros el nuevo “Gerónimo”.
Gerónimo fue el último jefe apache que luchó en la “conquista” del Oeste contra los hoy llamados “americanos”. Y fue este jefe que se opuso a vivir en una “reserva” y traspasó la “frontera” de México con Estados Unidos tantas veces, y que terminó siendo una atracción de feria para sus captores.
Y es ahora cuando “Gerónimo” vuelve a “morir”, cansado el gobierno americano de que sea una atracción de feria, pues ha perdido popularidad y un nuevo “Gerónimo” tiene que ocupar su lugar.
Por tu memoria Gerónimo, por tus deseos de vivir libre y porque tu nombre sea solo tuyo y no siga siendo violado.
martes, 3 de mayo de 2011
Esclavos de la libertad
Ahora Gali observa como todos los negritos de Itaíba en el nordeste brasileño bailan y cantan felices. Los jóvenes susurran que Gali como siempre, esta bobo y que no se entera de nada, que aún no sabe que es libre y que la esclavitud ha sido abolida en Brasil, siendo junto con España los dos últimos países en hacerlo. Pero Gali lo sabe y piensa, piensa lo que ningún otro negrito ha pensado aún. ¿Qué va a hacer ahora sin trabajar en el ingenio? Gali no sabe hacer otra cosa que cortar y cargar azúcar con el machete, y es entonces cuando Gali corre, corre tierra adentro, corriendo como un viejo cimarrón.
Al poco, los miedos de Gali se hacen realidad. Los negritos pasan a ocupar las filas de los pobres, se amontonan en las ciudades, sin oficio, sin trabajo, los negritos pasan hambre. Igual que antes, no se llaman personas, son los sin tierra, los brazos, las espaldas. Trabajan en las mismas condiciones que en los ingenios y las plantaciones pero no reciben apenas dinero, ni para comer ni para un techo, amontonados en pudrideros de miseria. Pero los presidentes brasileños se dan las manos, felices, ahora han pasado a la modernidad y su pueblo es libre.
De Gali se dice que de bobo se lo comió un yacaré en la selva, otros sin embargo dicen, que Gali no era bobo y que de tanto observar, se fundió con la tierra y así como dejándose llevar, volvió a África, a nacer de nuevo.
Los sueños de Santa Clara
El tren blindado descarrilado, las columnas de refugiados, los cuerpos amontonados y las canciones victoriosas bombardean las calles. ¿Cuánto tiempo? ¿Dos años quizás? Mucho tiempo comiendo sueños y meando sangre en las montañas. Para Miguelito “Cabrón” había sido un tiempo divertido, no había tenido que trabajar por una miseria mirando la cara sonriente del sacarócrata de turno. Ahora los había matado a todos, matado con cada sacudida del rifle al disparar, saboreando el dolor punzante del retroceso en su hombro.
Todos observan a los soldados desde la Universidad Central de las Villas, chupando sus cigarros, quemando la vida que se les regala tras cada combate. Nadie habla, el silencio fecunda el aire preñándolo de miradas.