¿Y si suspira el tiempo, removiendo mantas en días calurosos, convirtiendo miradas en puentes de dulzura, que mas da? Y si sólo quedan dos días para que todo acabe, y se separen los caminos vividos, y nos perdamos en el frío de ahí fuera, y se mueran las estrellas que plantamos juntos, y se coma la distancia glotona los sentimientos construidos, y se llamen a voces entre la niebla de sensaciones, y se pierdan las manos sin saber donde agarrarse, que mas da.
Me quedo con el quizás, la estrambótica probabilidad de lo que ha sido y nunca será o puede que sí y que nadie sabe. Ese quizás destructor, dañino, romántico y hermoso. Y termino cayéndome entre algodones de placer doloroso y música melancólica, lamiéndome las heridas autoinflingidas en un arranque de rabioso masoquismo novelesco con la promesa de viajes al corazón del mundo.
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