martes, 11 de mayo de 2010

Cartas para mi hermana #1

Querida hermana:
Me alegra que estés bien y que lleves tus proyectos adelante en este caos pasional, dulce y trágico que llamamos vida. Yo por mi parte estoy bien, como siempre, corriendo de nada, acercándome a todo. Me gusta deambular por las mentes de personas ya muertas (si es que eso es posible, morir me refiero) y otras que aparentemente están vivas.
Una sonrisa se resbala por mi alma cuando me formulas tan inocente propuesta. Pero por otro lado me apena, porque creo que no me conoces, entonces, tanto. Nunca hemos hablado de estas cosas, tu porque no has preguntado, yo por no querer molestar. Pero te voy a mostrar, poquito a poco, porque yo vivo con el alma plena, rebosante de vida, con la mirada en el horizonte y los pies en el suelo.

Me haces una propuesta de corte religioso, yo sé que para ti la religión es tu vida, cosa que estas mostrando en este momento sirviendo como misionera. Y me sorprende que me propongas que rece (porque rezar y orar son sinónimos) para pedir a “Dios” (si, entre comillas) que ilumine mi vida. Bueno, mi vida está iluminada, a veces pienso que demasiado. Pero no iluminada por un dios etéreo, insustancial, imposiblemente perfecto, que todo lo conoce y nada hace, que se esconde y aparece a gusto, que vive en regiones del mundo y en otras no, que condena a tantísima gente y elige a unos cuantos. No, mi vida está iluminada por la vida. La vida de millones de mundos que viven en el mundo, la vida que nunca acaba, que nace y vuelve a nacer, porque la muerte es mentira (como diría Galeano). Mi vida no tiene un camino con una barra de metal que me impida caer en el abismo, porque en mi vida no hay abismos, ni de fuego ni de hielo, ni tampoco un árbol con frutas exquisitas ni un edificio enorme con gente mala que quiere que caiga. Mi vida es carrera, es navegar, es volar y soñar, mis dioses viven entre los dedos de mis pies, viven en el pelo de las niñas, en el sol de verano y en el de otoño y en el de primavera e incluso en el de invierno, mis dioses juegan conmigo y me consuelan cuando bebo agua cuando tengo sed, me acarician cuando me siento solo y me besan cuando yo quiero que me besen. Yo no vivo sumiso a mis dioses porque mis dioses existen porque yo quiero que existan y es por ello que ellos me agradecen el que yo les permita vivir. Solo adoro la vida, y a ella rindo pleitesía cuando despierto cada mañana por el simple hecho de despertar, y viviéndola intensamente le agradezco que me deje seguir aquí, viviéndola como si cada instante no volviera, aunque fuera a volver. A ella le ofrezco mi liturgia, la del nacer, la del crecer, la de procrear y envejecer y luego… volver a nacer.

Como ves los huequitos de mi corazón están llenos, no me falta ninguno por rellenar. Pero si debo admitir que cada día nace un huequito nuevo, un hueco que tengo que rellenar con ese día y así terminar mis días con el alma tan gorda como el universo. Yo vivo en lucha, como todos lo hacemos, pero yo lucho por el vivir, por mi vivir y por el de los demás. Es lo único que me interesa, es lo único que quiero, no pretendo ser simple… sólo humano.

5 comentarios:

Cörvus dijo...

A mí también me gusta como escribes.

Te agrego a mi lista de blogs,pues,me pasaré a menudo :)

Z.

Anónimo dijo...

madremia...además de estar vivo,que me ha quedado claro, además,digo..sabes leer la mente??
Te leo y me escucho.
Curioso. Como mínimo.

Sonrisa dijo...

GUAU!! q pedazo de entrada. Me ha gustado mucho. Tu tmb escribes genial!!

Te sigo estridente!!

Juglar - Carlos B.T. Chaplin dijo...

Anatxu! puede que lo haga jaja

Anónimo dijo...

Estridente¡¡
Te animo a que lo hagas, a ver si eres capaz.