viernes, 29 de enero de 2010

Cádiz desde el Campo del Sur

El cielo ruge a través de una tormenta eléctrica dando bastonazos de luz en la lejanía, tras el castillo de San Sebastián. El paisaje está enmarcado en nubes de fantasmagórico vaivén, figuras encapuchadas recorren el paseo del Campo del Sur con premura, mirando con curiosidad a los pescadores, que ya empiezan a salir de sus húmedas casas para aprovechar el temporal donde la pesca es más fructífera. El mar la está tomando con los grandes bloques de piedra que protegen el flanco sur de la ciudad antigua, dando empellones con saña y mojando de rocío salado a los curiosos, que no pueden evitar la tentación de ver a Poseidón en todo su esplendor. En la carretera de antiguos adoquines, traquetean los autobuses y motocicletas, quejumbrosos por tan molesto trayecto. La cúpula amarilla de la Catedral llama a las gaviotas al dulce y sacro hogar. El aire es una extensión etérea del mar embravecido que perla las miradas y los paraguas. Sus luces, sus tejados, el mar como indiscutible protagonista de una instantánea eterna.

Resistiendo, ahí viven con gentileza, unas piedras milenarias que besan las faldas del camino. Unas calles ladronas, donde se ha vivido tanto y donde los recuerdos asaltan como bandolero embozado tras las esquinas encañonadas. La piel excitada con el olor de un aire impregnado de tradición marinera, ojos anegados en lágrimas comprueban que el tiempo en Cádiz es un turista más, pues allí no puede vivir, si pasaran doscientos años, allí seguiría, igual, imperecedera… con su casta chulesca inclinada al mar, asomándose a ese balcón lleno de geranios a la orillita de la espuma…

jueves, 28 de enero de 2010

Si algo poseo es la religión de la aventura,
esa cuyo templo es el camino,
esa cuya liturgia es el paso,
esa cuya letania es el susurro de la tierra entre los dedos de los pies.
Sacerdote de la religión de la feliz nada,
puesta como bufanda de sentimientos,
escondida entre los pliegues de mi mirada,
escondida sin miedo.
Saludame de lejos si me reconoces,
desenfunda el cariño y disparame a la cara,
ahi no tengo armadura.

jueves, 21 de enero de 2010

Los Fareros de Primerock



Se habla con respeto en todos los pueblos y puertos pesqueros de las Hébridas Occidentales sobre los fareros de Primerock.

Hace siglos que el oficio de farero se hereda en Primerock, una biarquia de soberanos marinos se alternan en el trono de aquel faro tan malditamente aislado. Es una profesión dura, soportar la carga de presidir un monton de rocas y una franja de mar a cién millas de la costa, así como espantar las tremebundas tormentas del Atlántico Norte y discutir con las pesadas y astutas sirenas.

Todo el mundo respeta al farero de Primerock. En sus lágrimas de sal se intuyen los relieves de la linea que separa el cielo y el mar, difuminandose hasta volverse todo un remolino de vientos y mareas como coctel de realidades. En su cara se palpa con lengua de barlovento el desfile desquiciante de coloridas elucubraciones titiritadas por la más sublime soledad. Se dice que ellos entienden el lenguaje de la mar y que hablan con ella entre fogonazos de luz, bailando con las olas en esa roca maldita por Poseidon.

Yo mismo cuando corría por los muelles de Portree evitaba sus miradas cuando ellos estaban de paso. Se dice que si eran capaces de ver en la inmensidad del oceano, para ellos ver en el lago de los ojos humanos es como leer una tira cómica de periodicucho local. Orgulloso estoy de haberlos visto pasar, perdiendose hacia su tronío entre las infinitas islas, entre los profundos fiordos.
Hoy os recuerdo señores del norte, fuegos del mar, luces del horizonte. Y en vuestro recuerdo me guardo habitantes de la soledad.

miércoles, 13 de enero de 2010

El reflejo de un todo


¿Que será? Lo mejor de un cuadro son los silencios, los recovecos evocadores, los sentimientos desparramados por el lienzo. Él hizo esto y pensó aquello, él ha muerto, esto a perdurado. Da igual el origen, da igual la intención... sólo queda la impresión. Muero por mis divagaciones y mis fantasías, la pintora Lavinia Triunfi o una amante casual, da igual. Velasquez regaló esta joya, no materialmente, regaló el sentimiento en una época intolerante que perseguia el desnudo y el deseo carnal como desviaciones de la moral. Sólo fue para él el cuadro, el reflejo de ella, de una ella que perdurará impresa en el imaginario cultural como una estampa definitiva del más barroco romanticismo.
Y ese pintor de bigotes puntiagudos somos los todos de todas partes, el cuadro la via y la mujer que observa espectante al hombre que le da forma indudablemente es... la vida.


Chocan dramáticamente, niña de ojos rizados y pelos azules, mi ansias de perseguirte y tus ganas de esquivarme.

lunes, 11 de enero de 2010

Triste rostro arrastro pronto. Aprendo lento cuando soy alumno, aprendo presto cuando soy maestro. Monstruo sueño con un libro abierto, monstruo vivo con un libro cerrado. Siento suave sentarme sobre el resto, el resto del mundo bajo mi asiento.

sábado, 9 de enero de 2010

La odisea de los dioses

El mundo despertó de su estupor suicida cuando todas las televisiones del planeta anunciaron "la Tierra es un vertedero". Parece ser que fué sólo en ese momento cuando el mundo miró al cielo y vió por primera vez que ya no era azul, sino una masa preñada de humo y ceniza.Todas los ojos vieron como el sol era ya una triste mancha gris brillante que derramaba una luz fantasmagórica sobre los campos llenos de residuos y desechos. Fue esa la primera vez que vieron las mareas grises, como corroian las mismas entrañas del planeta, mareas que eran de ácido puro, sulfatos hediondos y asquerosidades flotantes. Al parecer, sólo entonces reaccionaron y vieron que los animales salvajes era cosa de cuentos y peliculas; y que la floresta era muestra de museo.

Fue en ese momento cuando los dioses vieron que vivia en grandes burbujas de cristal blindado, que los aislaba del eterno hielo del norte del mundo. Alli donde los muertos se amontonaban intentando entrar en esos microparaisos, sabiendose ya muertos. Vieron por primera vez ante sus ojos el sobrepoblamiento averrante de los arrabales infinitos en los desiertos eternos del mundo. Vieron como robaban el agua a los moribundos sedientos para abastecer sus burbujas agrarias con las que se abastecían de alimento fresco y que eran mil veces más lujosas que cualquier chabola de un cacique sarnoso.

No existía una economía, si no un intercambio básico, nosotros le ofreciamos nuestra fuerza y nuestra vida a cambio de una mierda sintética que seguramente fabricaban con nuestros propios restos, y por los cuales nos matabamos por conseguir un poco ante sus enormes camiones.

Todo esto ocurrió hace ya mucho, siglos incluso. Todo ha cambiado desde entonces, desde que los dioses se fueron. ¿me entiende? No somos los mismos, no tenemos el mismo corazón, creo que no somos ni los mismos humanos, ni se decirle quien es más humano, si nosotros o ellos. Sólo sé que los dioses del antiguo primer mundo se reunieron en sus grandes y decorados salones y movieron continentes y vidas como fichas de un juego horripilante, como siempre habían hecho y que porfín, habían perdido. Ahora tocaba recogerlo todo y largarse.

No sé si usted ha investigado y ha leido libros de historia, pero todo esta ahí. Recogieron esclavos de todo el globo, pero por supuesto nunca del interior de sus ciudades-burbuja. Nos prometieron un lugar entre ellos, por nuestro trabajo, esfuerzo y pago de nuestras miserias.

Con un "la Tierra esta a punto de colapsar" cundió el pánico y en mitad de ese pánico, provocado o no, aprovechado o no, se olvidaron de nosotros. Heredamos un mundo moribundo y conseguimos hacernos un hueco, despues de tanta muerte, despues de tanto sufrimiento.

Ahora han vuelto los dioses, han matado otro planeta, han abandonado alli a los nuevos mortales. Ahora piden un trocito de su vieja tierra, ahora nosotros decidimos.