miércoles, 24 de noviembre de 2010

Se me ha olvidado escribir ¿como se hacia?
Lo vivido se había consumido deprisa. Los años, mirando atrás, eran recuerditos de otras personas, como cuadros viejos y solemnes. Me aferro a lo que puedo, ando igual, visto y manejo el coche igual, sigo el mismo ritual diario, ducha, cepillo de dientes y desayuno. Pero ya nada era lo mismo. Y la jodida me mira desde la mesa, engrasada y lista, junto a mi carta de renuncia. Había tomado conciencia de mi mismo, era hora de tomar las calles.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Me mira y nos miramos, la miro y le miro serio, casi dramático.

- ¿Sabes lo que quiero y lo que no quiero?

Ella se confía, amplia su boca, se le congelan los labios en una sonrisa. Me niega con la cabeza, y sus pestañas me urgen a a continuar.

- Quiero el fuego, la incertidumbre explosiva que precede a un beso inminente. Quiero la ilusión y la fuerza del sentimiento, correr con el corazón preñado de alegrías. Quiero echar de menos las caricias solo un segundo después de haberlas sentido, quiero oler a tu sexo o que solo me lo parezca, da igual.

Ella revienta, y se me viene devoradora tras palabras tan apetitosas, pero mis dedos la frenan posándose en su nariz respingona.

- No quiero la estupidez que caracteriza la mente humana, su idiotez extrema, su racionalidad absurda, su irracionalidad sin sentido ni prevención. No quiero sentimientos de propiedad, no quiero celos, no quiero mañanas incómodas, no quiero compromisos que me aten y me lleven lejos de mis sueños y me marchiten poco a poco, viniendo como sin querer pero viniendo jodiendo.

Ella se sorprende y me mira con ojos confusos.

- Joder lo que quiero es un puto perro.