viernes, 28 de mayo de 2010


-¿ Sabes –concluye- lo que más me gusta de Cádiz?
-Claro. El licor de los cafés y el vino de las tiendas de montañeses.
-Eso también. Pero lo que me gusta de verdad es el olor a bodega de bergantín que tienen las calles: a salazones, a canela y a café… Olor de nuestra infancia, prima. De nuestras nostalgias… Y sobre todo, me gustan esos chaflanes de calles con un cartel donde hay pintado un barco sobre el mar verde o azul; y encima, el rótulo más bonito del mundo: Almacén de ultramarinos y coloniales.
-Eres un poeta, primo –ríe Lolita- Siempre lo dije.

Arturo Pérez-Reverte. El Asedio

miércoles, 26 de mayo de 2010

La masacre necesitada



Las mismas herramientas en las mismas manos callosas. La misma antena en un edificio diferente. Tantos años con sus inviernos, que habían pasado duramente sobre mi, dejándome seco de espíritu y preñado de miserias. Ha pasado conmigo como pasa con una puta vieja, he subido tantas veces al cielo por obligación que para mi, subir no es ya sino una pesada tarea.

Han muerto tantos yo dentro de mí y perdí mis identidades tantas veces que he terminado teniendo que robarlas de otras personas, para que sigan muriendo dentro de mí. Me he asesinado en tantas ocasiones que no hay condena posible para mí, aunque ni siquiera sé si existen cárceles para asesinos de sí mismos.

Recuerdo ayer a la mañana y el insólito hecho que pude contemplar. Allí estaba yo, no sé si el yo que creo conocer y que sobrevive a mis purgas estalinistas, el yo que utilizo para hablar con mi mujer, el yo que desayunó tostadas mientras asimila al yo que suena en la radio y que luego escapa en las pretenciosas conversaciones matutinas o el yo que me suplanta para instalar antenas en los tejados con profesional porte. Pero seguro un yo que está cansado de vomitar sonrisas y subir escaleras al cielo.

- ¡Viejo! ¡Ven a ver esto! ¡Hay una loca en una cornisa!

El yo profesional que maneja mis manos para hacer las instalaciones pertinentes se esfumó en el baúl de cristal que tengo para tal menester, el de guardar a los diferentes yo, que todo hay que explicarlo, y miré a mi joven compañero al que odio con pasión.

- ¡Ven joder!

Al acercarme a la balaustrada pude ver como una chica se aferraba arriesgadamente a la barandilla exterior que cruzaba la cornisa de un edificio de oficinas de catorce plantas. Era obvio que quería lanzarse, que rebuscaba entre sus entrañas la última valentía que guardamos, la valentía suicida.

Mi compañero aprovechó para grabarlo todo con un endiablado teléfono móvil. Solté la llave inglesa que llevaba en la mano, viendo como caía contra el suelo y su estrepitoso chocar mientras imaginaba el ruido de un cuerpo caer desde esas alturas. Seguro que sería un sonido parecido al reventar de un saco lleno de vísceras y sangre o a lo mejor el final de una romántica caída terminaba con un golpe seco, sin más, como un estúpido punto y final.

Siempre pensé que tenía un alma poética escondida entre las nubes de la monotonía contra la que nunca quise luchar o la que a lo mejor se instaló entre mi y mis ansias de vivir y no me dí cuenta. Pero ese alma surge en mis reflexiones o eso quiero pensar. ¿Hasta que punto se puede llegar para terminar así? Me refiero, ¿Que le ha ocurrido a esa chica o que no le ha ocurrido? Debía tener un revoltijo caótico lleno de diferentes tipos de yo que luchaban por el control de una mente y un cuerpo, que debía haber una minúscula guerra mundial dentro de esa cabeza presidida por unos ojos que hablan de elocuente desesperación. Había llegado a un punto que esa chica quería matar a todos esos yo de una vez por todas. Sin ganadores, como todas las guerras mundiales, terminar aniquilando por lo que se esta luchando, perdiendo así la lucha todo sentido.

A lo mejor se había cansado de esperar. Hablo de la puta vida, de lo que siempre ocurre y es esperar. Uno nace donde nace, y ella tuvo que estudiar sin preguntarse si le apetecía o no y esperar a terminar de estudiar para vivir por su cuenta, ¿Cuantos años son esos? Entonces se ennovió, de alguien que sin duda merecía la pena o eso le decía su madre. Me pregunto como sería ese tipo, seguramente un idiota que quería asentar la barriga en una buena espalda, alguien como yo.

Entonces esperó a casarse para, se supone, ser feliz, pero a esas alturas sus yo se habían multiplicado tanto que ya sentía el peso de esa carga en sus sienes. El bombear de lágrimas se había vuelto diario o nocturno, no sé, hasta que ya se aburrió de llorar pena por algo a lo que nunca supo darle nombre y lloró rabia contra sus hijos. Así que tocaba esperar, esperar a jubilarse, de gastar todo en tantos yo. Y cuando se jubilase, esperar a morir.

Si, cuando veía aquello e incluso ahora estoy cansado de esperar, mañana me jubilo y estoy cansado. ¿Tengo que esperar toda la vida? ¿La vida es sentarme en el salón de espera de un matarife? Odio el camino que elegí, ya no puedo hacer nada, solo ver con ilusión como esa mujer iba a hacer lo que nunca tuve valor de hacer, matar lo que me esta matando, matarme.

 Mira allí sale otra, no digas que no parecen lemmings.

Apagué la carcajada de aquel hijo de puta insensible con un extintor ocular de idiotas. Allí había dos mujeres, hablando con cara de profundidad mortal o la cara que supongo que sale cuando hay debajo tuya catorce plantas con sus catorce segundos de reflexivo existencialismo. Así, pensándolo ahora, no podría decir quién convencía a quién de hacer o no hacer lo que iba a hacer.

Eso era, había salido alguien de entre toda esa estúpida gente que la miraba de lejos y pensaba sus propias cosas viendo su reflejo en esa situación, alguien que había reaccionado ante esa futura masacre, alguien que no vivía encerrada en su mierda egoísta. Sentí rabia, seguramente la nueva mujer estaría con el discurso moralista de la valentía de vivir y luchar por mantener lo conseguido. Imploraba para que la dejase en paz, estaba llevando a cabo una de las obras épicas más grandes que jamás contemplé. ¿Donde queda la valentía por atreverse a morir y abandonar sin sentimiento de culpa o responsabilidad lo que se había construido fuera de su propio control como una asquerosa ciudad medieval? Su vida con tantos yo muertos dentro de ella era un pudridero, un asqueroso pudridero lleno de los cadáveres de los intentos de cambio. Así que eso era, nunca había conseguido morir viviendo e inevitablemente estaba haciendo lo que más temía, vivir muriendo.

 ¿Imaginas que ahora se tiran las dos a la vez? Sería la polla, un espectáculo.

Intentando reprimir un puñetazo observé como caían, efectivamente, las dos cruzando el vacío. ¿Qué había pasado? De alguna jodida forma la conversación había escorado hacia la proposición de la muerte misma, de su ansiado y cálido abrazo. Se habían esfumado toda estúpida intención de coger las riendas de aquél caballo desbocado que llamamos vida y por fin habían saltado, literalmente, de él. La admiración y el orgullo explotaron en mi pecho. Mis lágrimas les acompañó en la analogía de mis mejillas, asombrado por el espectáculo. Era la danza de la vida, decidir cuando acabar con ella. Esa mujer no sólo había matado a todos sus pesados yo, sino que había convencido a aquella otra mujer a que hiciera lo mismo. Una masacre infinita, una masacre necesitada.

Ahora sonrío mientras coloco otro árbol más en este bosque urbano de antenas raquíticas. Definitivamente, esa mujer era mejor asesina que yo.

jueves, 20 de mayo de 2010

Una mirada a América Latina


El próximo miércoles 26 termina el infinito seminario Una mirada a América Latina trás dos meses de interesantisimas charlas y ponencias, discusiones e intercambios. Gracias a todos los que habeís participado y asistido y espero veros la semana próxima para la despedida.

Os dejo un adelanto con el video de clausura.




Poesía: Miguel Angel García Argüez
Texto: Eduardo Galeano y Carlos Benítez
Música: Bosques de Mi Mente

Video de clausura realizado para el seminario Una Mirada a América Latina en la Universidad de Cádiz, España. Los videos han sido seleccionados de diferentes documentales y video montajes.

jueves, 13 de mayo de 2010


La Casería es una de esas minúsculas partículas del universo. Un caserío desordenado de redes y azules, como una cuna que llora y se mece en el aire húmedo de la bahía. La Playa, sus huertos y hogares se sostienen sobre el fango de la mar de los pescadores y de los niños.
Allí la tierra se mueve. Más que una isla es un navío pintado hasta la mitad del casco de azul intenso y después de negro. Los sueños le caen sobre los hombros en los días de calma. El poniente los vuelve dulces y el levante locos.
Texto y Fotografía: Pedro Pablo Sara

martes, 11 de mayo de 2010

Cartas para mi hermana #1

Querida hermana:
Me alegra que estés bien y que lleves tus proyectos adelante en este caos pasional, dulce y trágico que llamamos vida. Yo por mi parte estoy bien, como siempre, corriendo de nada, acercándome a todo. Me gusta deambular por las mentes de personas ya muertas (si es que eso es posible, morir me refiero) y otras que aparentemente están vivas.
Una sonrisa se resbala por mi alma cuando me formulas tan inocente propuesta. Pero por otro lado me apena, porque creo que no me conoces, entonces, tanto. Nunca hemos hablado de estas cosas, tu porque no has preguntado, yo por no querer molestar. Pero te voy a mostrar, poquito a poco, porque yo vivo con el alma plena, rebosante de vida, con la mirada en el horizonte y los pies en el suelo.

Me haces una propuesta de corte religioso, yo sé que para ti la religión es tu vida, cosa que estas mostrando en este momento sirviendo como misionera. Y me sorprende que me propongas que rece (porque rezar y orar son sinónimos) para pedir a “Dios” (si, entre comillas) que ilumine mi vida. Bueno, mi vida está iluminada, a veces pienso que demasiado. Pero no iluminada por un dios etéreo, insustancial, imposiblemente perfecto, que todo lo conoce y nada hace, que se esconde y aparece a gusto, que vive en regiones del mundo y en otras no, que condena a tantísima gente y elige a unos cuantos. No, mi vida está iluminada por la vida. La vida de millones de mundos que viven en el mundo, la vida que nunca acaba, que nace y vuelve a nacer, porque la muerte es mentira (como diría Galeano). Mi vida no tiene un camino con una barra de metal que me impida caer en el abismo, porque en mi vida no hay abismos, ni de fuego ni de hielo, ni tampoco un árbol con frutas exquisitas ni un edificio enorme con gente mala que quiere que caiga. Mi vida es carrera, es navegar, es volar y soñar, mis dioses viven entre los dedos de mis pies, viven en el pelo de las niñas, en el sol de verano y en el de otoño y en el de primavera e incluso en el de invierno, mis dioses juegan conmigo y me consuelan cuando bebo agua cuando tengo sed, me acarician cuando me siento solo y me besan cuando yo quiero que me besen. Yo no vivo sumiso a mis dioses porque mis dioses existen porque yo quiero que existan y es por ello que ellos me agradecen el que yo les permita vivir. Solo adoro la vida, y a ella rindo pleitesía cuando despierto cada mañana por el simple hecho de despertar, y viviéndola intensamente le agradezco que me deje seguir aquí, viviéndola como si cada instante no volviera, aunque fuera a volver. A ella le ofrezco mi liturgia, la del nacer, la del crecer, la de procrear y envejecer y luego… volver a nacer.

Como ves los huequitos de mi corazón están llenos, no me falta ninguno por rellenar. Pero si debo admitir que cada día nace un huequito nuevo, un hueco que tengo que rellenar con ese día y así terminar mis días con el alma tan gorda como el universo. Yo vivo en lucha, como todos lo hacemos, pero yo lucho por el vivir, por mi vivir y por el de los demás. Es lo único que me interesa, es lo único que quiero, no pretendo ser simple… sólo humano.

Cartas para mi hermana #2

Por otro lado quiero decirte, que no creo en la religión, como has podido intuir con el párrafo anterior. Mira, una vez leí algo que me hizo pensar; el ser humano es capaz de advertir que algo se le escapa del universo, que hay algo más allá de su comprensión, que es un misterio que podría darnos la eternidad… pero le falta la capacidad para averiguarlo. Y ¿Sabes cuál ha sido la respuesta del ser humano a esa pregunta? La religión. Pero la religión mutó y se transformó, se institucionalizó y esclavizó. Y lo sigue haciendo. Ahora la gente es más libre, pero la gente sigue siendo débil y necesita de un consuelo, sentirse seguro cuando miran al universo y ven lo pequeños que son, una seguridad ante la negrura que supone la muerte, un respiro entre el torbellino del día a día para creer que construyen algo y sobre todo, para sentirse especiales. Eso es la religión, aglutinar una filosofía basada en una mitología, y para mí, es la vía fácil. Nadie sabe cuando el ser humano empezó a razonar, pero ¿sabes qué fue lo qué despertó su mente? Las estrellas, la muerte, los elementos, lo inexplicable y allí nació la religión. A dado tantos tumbos, ha vivido tanta gente bajo su cetro, ha habido tantas interpretaciones. Calcula esas personas, millones y millones, y muchas de ellas de razas y pareceres que hoy no existen, de sueños y realidades que se esfumaron con el polvo de estrella y volvieron al universo. ¿Por qué tu religión es especial? ¿De verdad crees que toda esa gente, y la gente actual que procesa otras religiones, e incluso procesa la misma religión pero con otros matices como los católicos, los evangelistas o los testigos de Jehová están equivocados y tu no? ¿No te parece eso prepotente y estúpido? Eso es lo maravilloso de todo y es que toda y cada una de las verdades son verdad, y no existe una única verdad. Y son verdad por el simple hecho de que esas personas piensan que son verdad. Entonces donde radica todo es en el simple hecho de que si cada uno aceptase que su verdad es verdad porque solo ella cree que es verdad pero que no tiene que ser la verdad de los demás, este mundo sería infinitamente mejor. Porque la religión es como la política, decir que hacer o como pensar a los demás. Pero creo que me voy por las ramas.

Mira, no quiero atacar tu mundito, porque me parece un mundito precioso y sobre todo, un mundito tuyo. Pero si quiero que veas lo absurdo de creer en algo así, sólo, repasando la historia de tu religión. Existía una vez un Dios que hizo a un hombre y una mujer y de ellos nacimos el resto (será por eso que somos estúpidos, porque somos todos primos, aunque prefiero pensar que somos todos hermanos) y de pronto salta a un pueblo elegido por Dios que mata, conquista, huye, es esclavizado, etc… ¿De verdad no te recuerda esto a una historia épica, como la de cualquier pueblo, como la de cualquier mitología? Y es en ese pueblo elegido, al que solo Dios apoya ya que Dios no apoya a ninguno más en el resto del planeta cuales olvidados por el cosmos, donde nace un hombre y ese hombre crea una secta (si como lo oyes, el cristianismo empezó siendo una secta). Y esa secta crece y crece tanto que toma el poder del Imperio reinante y se expande y masacra y esclaviza (díselo a los indios de América o a los musulmanes de las cruzadas). Y cuando pasa un milenio y medio, a un hombre se le ocurre cambiar una serie de matices (hablo de Lutero) y por ello se vuelven a matar docenas de miles de personas. Y es entre ese maremágnum sin camino donde nace tu religión, diciendo que es la verdadera (como todas) y que el resto de cristianismos está equivocado, y que deben seguirla y que son el pueblo elegido y usan la infinita excusa del fin del mundo, de que el mundo cada vez va a peor y que somos cada vez más malvados. ¿Hoy más malvados que en las épocas de las Guerras de Religión del siglo XVII, o las Cruzadas, o la expansión del Islam, o la quema de la biblioteca de Alejandría por cristianos radicales o el martirio de los indios en América? ¿Qué hay de diferente entre las criaturas mitológicas que nombran el Antiguo Testamento y las guerras entre dioses griegos en la Ilíada, o el Ragnarok vikingo? ¿Qué hay de diferente entre los milagros de Cristo y los milagros de Wiracocha o Quetzalcoalt? Entonces ¿A qué dios rezo?

Cartas para mi hermana #3

Mira el problema de la gente religiosa es que creen que los demás están equivocados aunque no lo sepan, que les falta algo aunque no lo sepan, que no son felices aunque crean que sí. Y eso a mí no me gusta, es mirar con superioridad o paternalismo al prójimo. Yo no estoy perdido, o bueno, si lo estoy, estoy dulcemente perdido en el laberinto del cosmos y me encanta estarlo ¿Y tú?

Yo he vivido en la misma casa que tu y he tenido la misma educación, pero sobre todo he luchado muchísimo para llegar donde estoy. Estoy feliz por la educación que he tenido pero yo he tenido que romper con esa educación y eso que me pides, ya lo hice… y obtuve respuesta. Y mi corazón me dijo que yo soy mi dios, la vida es mi diosa, el universo y el mundo son mis dioses.

Ahora es mi turno, porque ya hice lo que tú me pides, y quiero que preguntes tú. Pero pregunta a tu corazón, piensa, lee, analiza y critica. Porque nada es tan sencillo ni nada es tan complicado. Averigua por favor, hermana, sobre todo y vive con ansías de aprender, no te encierres en cuatro dogmas como cuatro paredes, y será entonces cuando podrás decidir mejor. Y si aún sigues queriendo vivir en tu religión, habrás hecho la elección correcta y la vivirás lo más intensamente posible, de una forma, que ahora mismo no eres capaz ni de imaginar.
Un abrazo, hermanita. Tu hermano que te quiere mucho.

P.D. Y si al final de todo, existe tu dios, tendré unas palabritas con él. Por como ha hecho el mundo, por como lo ha dirigido. Nunca viene mal un consejo de alguien, ni siquiera para un dios.

domingo, 2 de mayo de 2010

Entre estertores de tristeza quemo con mis pestañas las esquinas de un destino desagradable. Mis pestañas son igneas, por que yo quiero que lo sean.

Pero el destino es duro, y desagradable. Y luchando con él se vive, entre una libertad virtual y una libertad conquistada.

¿Qué se puede hacer si ya en el lugar en el que empiezas es el equivocado? Erratas en la educación, en el ambiente, erratas en el corazón que cultivan abismos. Los mismos abismos que ahora me separan de lo conocido. Pero triste y paradojicamente lo conocido me desconoce y yo no tengo ganas de conocerlo. Destino desagradable que me crió entre unos conocidos desconocidos, que nunca se pararon a comprenderme (que sí a tolerarme) y que me empujó a no querer conocerlos.

Por eso, destino, te torturo con mis pestañas de fuego.